11.9.08

Folklore mexicano.

En plenas fiestas patrias, o en cualquier día del ciclo escolar, verde, blanco y rojo se condensan en el tianguis que se planta frente al kinder cerca de mi casa. Antes de que de la hora de salida, el primer hot cake se tira al comal, la señora de las burbujas revuelve compulsivamente el jabón con el agua y se ve subiendo la colina, el carrito de las paletas de hielo. Todo esto mientras una linea de señeoras platiconas esperan a sus pequeños salir de las rejas llenas de motivos patrios. Pero el verdadero floklore comienza cuando los chiquitos, con panzas grandotas, comienzan a ser entregados a las manos de sus madres, que no los sueltan ni aunque el kilo de tuna esté en quince pesos. "Mamá dame unas monedas que quiero burbujas" (esto lo dicen tres niños al mismo tiempo y se repite la solicitud infinitamente) "Mamá quiero unos chicharrones" mientras el señore de los chicharrones grita al oído del niño "Chicharroones..chicharroones...lleve sus chicharrooones" y el sonido de unas trompetas tricolor mientras otros dos niños acompañan el estruendo musical. Otras madres se alejan rápidamente del burdel para menores, y cada vez que una madre sale despavorida tiene que cruzar un escalón que interrumpe la banqueta, objeto que nunca deja de ser usado por los niños para cruzar por arribita. Más mamás bien agarradas de la mano de sus niños (y no al revés) tienen que abrirse el paso entre gordas (no comida), cacas de perro, árboles en plena banqueta y motos, también arriba de la banqueta. Otras señoras aprovechan para comprar guayabas, epazote, calzones y trenzas tricolor. Este floklore no es sólo durante septiembre, también hay día de la primavera, aniversario de la bandera, día del niño, y en lo personal, muero porque sea navidad y ver a esos mismos niños gordos vestidos de renos o duendes. Voy a pasar más seguido por ese kinder grafiteado. Es todo un espectáculo.

Marchar está en boga







Al parecer los mexicanos decidieron que no había nada más chic que marchar por las calles de la ciudad, al fin y al cabo, fue el mundo occidental el que comenzó con esta moda, ya desde los años sesenta, y nosotros los mexicanos podemos derretirnos por cualquier tendencia norteamericana o europea. Por tanto, a marchar se ha dicho. Niños en bosques de las lomas repartiendo volantes en contra de la torre bicentenario, indígenas en calzones en reforma o empresarios y chicos televisa en contra del crimen en el zócalo. Pero ahora hay un movimiento nuevo digno de comentar: la protesta en contra de la desaparición de RBD. Esta fue organizada no sólo fue a nivel nacional, sino que traspasó las fronteras. Ciudad de México, Monterrey, Sao Paolo y Nueva York fueron los escenarios para que unos chamaquitos gritaran "No lo aceptaremos" ante el anuncio del rompimiento del grupo. Termino con tres preguntas:

1. ¿Cuántos años tienen?

2. ¿Dónde están los papás de estos revoltosos?

3. ¿Por qué protestan si con esta desaparición el mundo se vuelve mejor?