Cuando a Diogenes le preguntaron en el siglo IV antes de Cristo, de dónde era, el resopondió "soy un ciudadano del mundo". A partir de la ideología de este seguidor de Socrátes, los estoicos argumentaron que los seres humanos transitaban en dos comunidades, la comunidad local o el lugar de nacimiento y la comunidad "de aspiración humana". Era en esta segundo comunidad, donde todo era común con los demás seres humanos .
Esta segunda comunidad, construida en base a las argumentaciones y anhelos individuales, es dónde se debía la moral y las obligaciones sociales. Sin embargo, las personas cada vez se sienten más solas.
Al parecer, la conectividad y la globalización no han hecho más estrecha a la raza humana, nos han vendido la idea de la tolerancia, cuando en realidad tolerar va más de la mano de "soportar lo diferente" en vez de comprenderlo y aprender de ello.
Los seres humanos tenemos que celebrar las diferencias y no rechazarlas, dar la bienvenida a nuevas costumbres aunque nosotros nos las queramos aplicar, conocer las opciones del mundo y compartir esta comunidad, a la que todos pertenecemos.
